miércoles, 17 de febrero de 2010

La habitacion

Aun abrumado por la experiencia que acababa de vivir y petrificado en el lugar Gamaliel se encontró a si mismo ya en su destino. Resolvió que era necesario moverse si no quería seguir siendo objeto de comentario de los empleados de la terminal de transporte a causa de su raro comportamiento.
Tomo su bolso y pese al peso del mismo lo cargo sin arrastrarlo, caminó la distancia que lo separaba de su hotel y a cada paso que daba su mente iba encontrando cada vez mayor claridad y olvidando poco a poco lo que recientemente había pasado. Ya para cuando se detuvo frente a su próxima morada su sueño era sencillamente una anécdota más.
Observo el cartel que se encontraba en la entrada con el nombre del lugar, “El cisne” estaba escrito con grandes letras azules, y un dibujo de una de estas elegantes aves completaba la imagen.
Gamaliel recordó el famoso cuento del patito feo, y nuevamente pensó en los guiños que la vida le estaba presentando desde que emprendió el viaje.
La historia de un renacimiento, de una evolución de un ser en uno mas hermoso y completo eran una excelente metáfora de lo que esperaba que ocurriera con su alma.
Luego de hacer el ingreso correspondiente recibió la llave de su habitación y fue acompañado hasta la misma por el encargado, un hombre joven y extremadamente amable que le dio la bienvenida y se puso a su entera disposición.
Una vez adentro observo detenidamente su habitación, había una cama pequeña, para lo que el estaba acostumbrado, en un rincón, prolijamente hecha y acomodada. Una mesita de luz también rustica descansaba a su lado mientras ambas eran acariciadas por los rayos de sol que entraban intermitentemente por una ventana con rejas, un placard empotrado e imperceptible seria el destinatario de sus pertenencias, mientras que del otro lado una mesita de cómodas proporciones y una silla completaban el mobiliario.
El cuarto era muy modesto y sencillo, sin embargo Gamaliel se encontraba fascinado con el, puesto que guardaba una impresionante similitud con otra habitación que él había admirado y conocía hacia muchísimos años.
Ante sus ojos se encontraba ni mas ni menos que “El dormitorio de Van gogh en Arles”, el cuadro que el propio holandés había hecho de uno de sus aposentos en Francia.
Por tanto la idea de dormir en un lugar que tanto se parecía a aquel que había inspirado a uno de sus pintores preferidos no podía menos que emocionarlo.
Si lo que buscaba era iluminación, que mejor guiño le podía dar la vida que ubicarlo en un sitio similar a donde reposo el maestro de la iluminación., un hombre que encontró en el sol y sus efectos la guía para su obra, y a través de el encontró el camino para trascender a la mortalidad, A fin de cuentas un artista de aquellos que tanto respetaba y trataba de emular, obviamente desde otra perspectiva, el joven Gamaliel.
Aunque a diferencia de “el hombre de los girasoles” que buscaba en el sol todo cuanto necesitaba, era otra la fuerza de la naturaleza que inspiraba a nuestro protagonista.
Luego de acomodar sus cosas y descansar un poco, se presento la dicotomía de si era tiempo de ir a ver a su amigo o si era mejor hacerlo al otro día. Ya el crepúsculo estaba instalado y aunque de verdad tenia muchas ganas de verlo Gamaliel decidió aprender a ser paciente y a disfrutar cada instante de su viaje sin apresurarse, puesto que sabia que quien se obsesiona con la meta se pierde las lecciones y belleza que guarda el camino a la misma.
Así que ceno tranquilo, gustando y alegrándose con cada bocado y luego se fue a dormir ya que el otro día comenzaría mucho mas temprano que de costumbre.
Apoyo la cabeza en la almohada, cerro los ojos y sonriendo dijo… -Hasta mañana-.

No hay comentarios:

Publicar un comentario