sábado, 27 de noviembre de 2010

Una mirada al alma

Luego de un instante, ¿o acaso una eternidad? No lo sabia ya, Gamaliel había perdido conciencia del tiempo y el espacio desde que con sus ojos cerrados se acostó sobre la arena a escuchar al universo a través de su imponente vocero azul, procedió a levantarse y tras estirar sus músculos, sus huesos, y porque no su alma, se sintió de pronto impelido por una fuerza llena de misterio y poder a hacer aun mas cercano el encuentro con su amigo y mentor.
Sus pies se hincaban en la arena húmeda con suavidad pero con firmeza, e iban dejando cicatrices que desfiguraban la tersa planicie de aquella playa. Sin embargo, no le importada hacerlo, sabia que en tan solo unos instantes el mar borraría las huellas del pasado en un solo oleaje, dejando nuevamente la arena lisa y ansiosa de nuevos visitantes.
Quizás era eso lo que lo motivaba a entregarse a esa fuerza descomunal de la naturaleza, el don que tenia para borrar, para recrear, para transformar lo triste en bello y la muerte en vida.
Cuando por fin la primera bruma toco sus extremidades, una sensación primero dolorosa y luego refrescante subió por su sistema nervioso clavándose directamente en su medula.
Se tomo unos instantes para recordar como le gustaba de pequeño corretear por esa misma orilla, chapoteando y salpicando a su paso, mientras perseguía infructíferamente al sol reflejado en el espejo de agua que se desplegaba a sus pies.
Mientras parecía ver a ese niño alejarse, y con la certeza que mas de 20 años de experiencia le habían dado, sintió pena por el infante pues nunca conseguiría alcanzar lo que estaba persiguiendo. Aunque concordó consigo mismo que al niño parecía no importarle en lo más mínimo el sinsentido de su carrera y su risa alegre parecía aseverar absolutamente este punto.
Cuando el recuerdo se esfumo entre la arena, algo aterradoramente familiar golpeo de pronto la tranquilidad de Gamaliel, sus pupilas se dilataron de pronto ante una extraña sensación de deja vu, había algo mas transcendente en esa aparición que la simple materialización de un recuerdo. Exhaló un buena porción de aire e intento recuperar la tranquilidad, fue tan solo una impresión, un escalofrío según intento convencerse luego.
Por suerte, la vista casi infinita de una orilla eterna adornada majestuosamente con un patinado de sol trajo de vuelta la calma que tenía hace minutos. Mientras el agua le llegaba a las rodillas, vio que ya no estaba solo, a la distancia comenzaban a distinguirse figuras humanas, solitarias o en grupo, que como el caminaban, observaban y disfrutaban del pacifico paisaje.
Un pequeño iba a la caza de una bandada de aves, ¿acaso su mente le había jugado una mala pasada antes y era este en realidad el niño que acababa de ver?, no lo sabia y en realidad, tampoco importaba ya. Una pareja de ancianos caminaban tomados de la mano en paralelo a la orilla pero un poco más lejos del mar para no mojarse. Un atlético hombre de mediana edad trotaba enérgicamente mientras escuchaba música por unos auriculares. Y una nívea jovencita se había recostado para tostarse y burlar a la falta de capa de ozono,
Si ya estaban desde antes, Gamaliel no podía asegurarlo, probablemente si, pero recién en ese instante se percato de la presencia de otros seres de su especie en tan sagrado lugar.
Pese a eso, no les dedico demasiada atención, su marcha seguía y ya sus muslos estaban totalmente sumergidos en el agua. Miro hacia abajo y le llamo la atención la belleza de ese azul impenetrable, tomo un poco de esa mágica sustancia que se torno inmediatamente transparente en su mano, aparentemente la tonalidad dependía del todo y no de la sustancia en si, recordó a un cantautor español que siempre lo había fascinado, que una vez mirando, como el, a un mar distante, había concluido que a fuerza de desventuras su alma o su interior era profundo y oscuro. Gamaliel sonrío ante lo exactas que sonaban ahora mismo las palabras de tan sabio catalán.
Cuando ya su pecho se hallaba inmerso dejando solo sus hombros cuello y cabeza en la superficie, Gamaliel se detuvo,
Recordó una vez mas su poca pericia en el nado y concluyo que avanzar era no solo temerario y sin sentido, si no que también lisa y llanamente entupido.
Se zambullo de pronto tan solo aflojando las rodillas y emergió tras unos segundos sacudiendo de un lado a otro su cabeza.
La sensación de frescura y bienestar envolvían toda su anatomía, así que se arrojo hacia atrás y empezó a flotar, primero con la vista en las nubes y luego con sus ojos cerrados y la mente abierta.

Estuvo en esa especie de limbo por un tiempo que nuevamente no pudo precisar, hasta que de pronto surgida de quien sabe donde una poderosa pero dulce voz penetro primero en sus oídos y luego en su cerebro.
-¿Sabes?, desde el principio de los tiempos hombres y mujeres de han venido a mis aguas para hacer exactamente lo mismo que estas haciendo
Los ojos de Gamaliel se abrieron fuertemente dilatados una vez mas, pero el sobresalto nuevamente duro poco, sus pestañas volvieron a entornarse y una sonrisa curvo ligeramente sus comisuras.
-Es entendible,- Dijo entonces-resulta hermoso y tranquilizador admirarte.
-No te equivoques mi joven amigo, te concedo que soy una de las obras maestras de la creación, pero ni ellos ni tú vienen aquí a contemplarme a mi.
Gamaliel miro al océano con extrañeza y pregunto-¿Y entonces, porque concurren a ti?
-Vienen porque en mis aguas pueden observar sus propias almas, reflejados en mi cristalino contorno pueden descubrir sus miedos, sus deseos, su yo mas recóndito, encuentran en la melodía de mis olas la paz. Y entienden en la simpleza de mi belleza lo poco que se requiere realmente para ser plenamente feliz.
Gamaliel quedo impresionado por la enorme sabiduría de su eterno consejero. Por un momento bastante largo quedo en silencio mirando seriamente hacia ningún lugar.
Las palabras del océano hicieron mella en su intelecto, y empezó a preguntarse cual era el verdadero motivo de su viaje.
Recordaba si, que había sentido una enorme necesidad de un cambio en su vida, pero ¿porque? Se dio cuenta que jamás se había planteado ese punto.
Empezó a meditar en que lo había llevado a ese instante en que se propuso iniciar este viaje.
Recordó lo monótona que era su vida los meses previos al nuevo año, lo insatisfecho que se sentía con todo, lo insípidos que le sabían los momentos vividos.
Pensó en lo intrascendente del pasar del calendario en su existencia, de cómo cada segundo, cada minuto, cada hora y cada día era exactamente igual que el anterior.
Se dio cuenta de que había perdido absolutamente el rumbo de su destino, aunque no podía precisar ni el cuando ni el porque.
Agobiado y desesperado ante esta inminente revelación un enorme pesar cayo sobre Gamaliel.
Toda la energía positiva que lo había envuelto los últimos días se desvaneció de golpe, y cabizbajo se quedo en silencio mirando el agua.
-¡Ah! aparentemente tu también has visto algo, ¿verdad?, no pierdas la calma por favor- dijo en tono tranquilizador el mar- no siempre es fácil mirar a los ojos a los demonios que habitan en nuestro ser, Pero te aseguro Gamaliel, que es absolutamente necesario que lo hagas, que los conozcas, que los entiendas, si es que acaso pretendes alguna vez vencerlos y superar el tedio en el que te encuentras.
Tu alma te esta gritando,sencillamente pues, tienes que escucharla-.
-Pero ¿como? ¿Cómo puedo hacerlo?
Dos pequeñas ondas de agua se cruzaron en una sonrisa – Eso, mi joven amigo, temo que deberás averiguarlo tu-
Y entonces una ola cubrió por completo la humanidad de Gamaliel.

domingo, 21 de febrero de 2010

Amanecer


El sonido estridente de la alarma de su despertador estallo de pronto en la habitación, sus ojos reaccionaron de inmediato abriéndose como platos, el sobresalto inicial se fue aplacando a medida que la conciencia tomaba el control de la situación, soltó un pesado manotazo hacia un costado que acabo de inmediato con el ya molesto sonido, y luego de encender el velador se detuvo unos instantes abstraído por el girar regular del ventilador de techo.
El reloj marcaba las 4:45 AM horario que en cualquier otro momento de la vida de Gamaliel hubiera estado más relacionado con el fin de la jornada que con el comienzo. Pero obviamente este era un día que poco tenia de cotidiano, se levanto de un salto, se vistió rápidamente y comenzó a realizar el ritual de higiene humano de la manera mas apta posible.
Luego de arrojar una porción muy generosa de agua en su rostro quedo mirando el reflejo que le devolvía el espejo, sus ojos tenían un brillo desacostumbrado, su boca se arqueaba hacia arriba de una manera extraña, y las arrugas de su frente no habían acudido esta mañana.
Estaba feliz, y lo que era mas importante aun, se estaba acostumbrando rápidamente a ese estado.
Salio a la calle y el cielo exhibía un azul profundo interrumpido irregularmente por cientos de puntos brillantes, la noche, o lo que quedaba de ella, estaba perfecta y hermosa.
Bajo ese firmamento eterno camino Gamaliel a la cita por la que tanto había estado esperando, la luna en cuarto menguante lo observaba como testigo única de su peregrinaje, unos minutos y algunas cuadras después llego a destino, comenzó a escuchar, a sentir y a saber que aquel a quien esperaba ya estaba allí, sin embargo decidió que todavía no establecería contacto visual con el, quería contemplarlo de cerca, sin que la distancia distorsionara el encuentro.
Se quito las sandalias y se dispuso a atravesar la playa que era ahora lo único que se interponía entre ellos.
Noto que la arena estaba demasiado fría para sus pies desnudos, sin embargo, lejos de retraerse acelero el paso, cruzo la costa y se paro frente a el sin levantar la mirada, y entonces si, por primera vez se “miraron a los ojos”.
Se contemplaron en silencio durante un instantes de tensa calma, y entonces desplegó una sonrisa por todo el ancho de su rostro -¡Hola!- dijo en voz bastante audible, y el estruendo de una ola le devolvió el saludo, el océano desplegaba toda su imponente majestuosidad delante de la ahora pequeña humanidad de Gamaliel.
Luego del sonoro recibimiento, el mar tomo un estado de absoluta tranquilidad, al parecer este también se sentía a gusto con el encuentro.
Desde muy chico había sentido fascinación por esa masa infinita y poderosa de agua, nada en el mundo podía regalarle tanta paz, y esto era quizás lo que mas apreciaba del que, ya ahora y pasado el tiempo, podía considerar un amigo. Su energía, su belleza y su omnipresencia eran igualmente apreciadas y admiradas por Gamaliel, pero era el suave arrullo de las olas y esa sensación de fundirse con el universo cuando estaban juntos, lo que por años lo había hecho regresar una y otra vez a verlo.
Tenia tanto para preguntarle, tantas cosas que quería decirle, pero Gamaliel era muy respetuoso a los mayores, y el mar contaba con varios milenos mas que el, así que primero se dedicaría a escuchar.
Tomo su manta y la arrojo sobre la arena, que ya estaba un poco más templada, entonces sentado y en silencio abrió sus oídos y su mente hacia todo lo que lo rodeaba.
El sonido de las olas se fundía con el ruido de las gaviotas que graciosamente jugueteaban con el alba formando una melodía casi sinfónica, la claridad se apodero paulatinamente de todo y solo la luna era ahora prueba de que había existido la noche, se ve que esta se quedo esperando distraída lo mismo que Gamaliel.
Finalmente soberbio, impactante y majestuoso, el sol acudió a la cita.
Como una enorme bola de fuego se abrió camino desde las entrañas del océano plasmando en su ascenso mil tonalidades de naranjas, rojos, amarillos y violetas en el cielo.
Gamaliel se sintió extasiado, embriagado de una felicidad que hacia tiempo no experimentaba.
Y continuo allí sentado pensando que bueno que era estar allí otra vez, solo y a su vez,… tan bien acompañado...

miércoles, 17 de febrero de 2010

La habitacion

Aun abrumado por la experiencia que acababa de vivir y petrificado en el lugar Gamaliel se encontró a si mismo ya en su destino. Resolvió que era necesario moverse si no quería seguir siendo objeto de comentario de los empleados de la terminal de transporte a causa de su raro comportamiento.
Tomo su bolso y pese al peso del mismo lo cargo sin arrastrarlo, caminó la distancia que lo separaba de su hotel y a cada paso que daba su mente iba encontrando cada vez mayor claridad y olvidando poco a poco lo que recientemente había pasado. Ya para cuando se detuvo frente a su próxima morada su sueño era sencillamente una anécdota más.
Observo el cartel que se encontraba en la entrada con el nombre del lugar, “El cisne” estaba escrito con grandes letras azules, y un dibujo de una de estas elegantes aves completaba la imagen.
Gamaliel recordó el famoso cuento del patito feo, y nuevamente pensó en los guiños que la vida le estaba presentando desde que emprendió el viaje.
La historia de un renacimiento, de una evolución de un ser en uno mas hermoso y completo eran una excelente metáfora de lo que esperaba que ocurriera con su alma.
Luego de hacer el ingreso correspondiente recibió la llave de su habitación y fue acompañado hasta la misma por el encargado, un hombre joven y extremadamente amable que le dio la bienvenida y se puso a su entera disposición.
Una vez adentro observo detenidamente su habitación, había una cama pequeña, para lo que el estaba acostumbrado, en un rincón, prolijamente hecha y acomodada. Una mesita de luz también rustica descansaba a su lado mientras ambas eran acariciadas por los rayos de sol que entraban intermitentemente por una ventana con rejas, un placard empotrado e imperceptible seria el destinatario de sus pertenencias, mientras que del otro lado una mesita de cómodas proporciones y una silla completaban el mobiliario.
El cuarto era muy modesto y sencillo, sin embargo Gamaliel se encontraba fascinado con el, puesto que guardaba una impresionante similitud con otra habitación que él había admirado y conocía hacia muchísimos años.
Ante sus ojos se encontraba ni mas ni menos que “El dormitorio de Van gogh en Arles”, el cuadro que el propio holandés había hecho de uno de sus aposentos en Francia.
Por tanto la idea de dormir en un lugar que tanto se parecía a aquel que había inspirado a uno de sus pintores preferidos no podía menos que emocionarlo.
Si lo que buscaba era iluminación, que mejor guiño le podía dar la vida que ubicarlo en un sitio similar a donde reposo el maestro de la iluminación., un hombre que encontró en el sol y sus efectos la guía para su obra, y a través de el encontró el camino para trascender a la mortalidad, A fin de cuentas un artista de aquellos que tanto respetaba y trataba de emular, obviamente desde otra perspectiva, el joven Gamaliel.
Aunque a diferencia de “el hombre de los girasoles” que buscaba en el sol todo cuanto necesitaba, era otra la fuerza de la naturaleza que inspiraba a nuestro protagonista.
Luego de acomodar sus cosas y descansar un poco, se presento la dicotomía de si era tiempo de ir a ver a su amigo o si era mejor hacerlo al otro día. Ya el crepúsculo estaba instalado y aunque de verdad tenia muchas ganas de verlo Gamaliel decidió aprender a ser paciente y a disfrutar cada instante de su viaje sin apresurarse, puesto que sabia que quien se obsesiona con la meta se pierde las lecciones y belleza que guarda el camino a la misma.
Así que ceno tranquilo, gustando y alegrándose con cada bocado y luego se fue a dormir ya que el otro día comenzaría mucho mas temprano que de costumbre.
Apoyo la cabeza en la almohada, cerro los ojos y sonriendo dijo… -Hasta mañana-.

miércoles, 27 de enero de 2010

El sueño de Gamaliel

Mientras esperaba en la parada de autobús, Gamaliel se entretuvo haciendo algo que tenia por costumbre, estudiar a esa especie tan cercana y tan ajena a el conocida popularmente como seres humanos.
A diferencia de su solitaria espera, la mayoría de sus futuros compañeros de viaje eran acompañados y despedidos por familiares y amigos, y Gamaliel se divirtió viendo a madres preocupadas dando recomendaciones que sus hijos no iban a seguir, a Novios despidiendo a su pareja con un enérgico beso con mas pinta de marcar territorio que de demostrar afecto, a personas jurándose extrañarse mutuamente cuando apenas se distanciarían unos pocos días, en fin con un abanico de costumbres y actitudes que le parecían a la vez hipócritas y simpáticas.
Unos minutos mas tarde vio llegar a su transporte y se olvido rápidamente de todos esos seres que hasta hacia segundos le parecían fascinantes.
Luego de despechar su equipaje subió al vehículo y busco presuroso su asiento, supuso entonces que habidas cuentas de lo bien que transcurría todo desde aquella mañana el karma se vengaría de el a la hora de elegir a su compañero de asiento.
Recordó a quien lo había acompañado en su ultimo viaje, un bondadoso señor mayor, que sin embargo tenia la insoportable costumbre de roncar a volúmenes inhumanos cada vez que el intentaba conciliar el sueño, y pensó que no había motivo para pensar que esta vez cambiaria su suerte.
Pero aparentemente los planetas estaban muy bien alineados en tan venturoso día, y su anciano ruidoso se convirtió delante suyo en una preciosa y simpática criatura que lo observaba a través de unos enormes ojos negros.
Gamaliel chequeo nuevamente el número de su pasaje y acepto por fin que no se trataba de un error, por lo cual pidió educadamente permiso y se acomodo en su asiento.
Miro entonces a quien estaba a su lado y se encontró de repente con una bellísima sonrisa que, aunque le costara creerlo, iba dirigida hacia el.
Pensó seriamente en hablarle y averiguar el porque de tanta inmerecida bondad, pero decidió que no era prudente tentar a la suerte, por tanto devolvió la amabilidad del mismo modo como el la había recibido, sencillamente sonriendo.
En ese momento el cansancio mental y físico que traía de los últimos días hizo mella certera en el, y observando por ultima vez esos gigantes ojos negros se perdió en ellos cerrando los suyos.
La playa estaba desierta, los colores no tenían su natural brillo, era como si todo fuera mas oscuro que como debiera ser, un pesado telón de nubes negruscas cubría el cielo, el mar se agitaba convulsionando sus olas a diestra y siniestra, y un viento salvaje arrastraba violentamente grandes porciones de arena.
Gamaliel se sentía incomodo, apesadumbrado, no sabia porque estaba allí ni que debía hacer a continuación, ¿no había sido decisión de el este viaje? ¿Porque de pronto se sentía tan mal con todo lo que lo rodeaba?

Estaba aplastado por esos pensamientos cuando un grito exploto en medio del caos, miro hacia el oleaje y alcanzo a divisar a alguien a unos 200 metros de donde el estaba. Estaba dentro del océano, no demasiado profundo, pero en vista de las corrientes parecía no poder regresar a la orilla.
Gamaliel recurrió a sus instintos básicos y anulando todo pensamiento, el mas importante en este caso era que el no sabia nadar demasiado, se apresuro a socorrer a aquella persona.
A medida que se acercaba, comenzó a notar que no se trataba de un adulto sino de un niño de unos 6 o 7 años que se aferraba enérgicamente a su supervivencia, luego de correr desbocadamente por la playa avanzo en línea recta hacia el muchacho a través de las aguas, ni bien metió sus pies en ellas sintió como si mil puñales lo atravesaran, y a medida que avanzaba la sensación se volvía drásticamente mas dolorosa, sin embargo, a pesar de lo gélido que estaba el océano, su único pensamiento se centraba en el niño que, cada vez mas cerca de el, se debatía entre la vida y la muerte.
Haciendo un increíble esfuerzo y luchando contra el frió y su propia impericia a la hora de nadar logro llegar al chico y asirlo con fuerza, sosteniendo su cabecita por sobre el nivel del mal, y con no menos esfuerzo logro llevarlo hasta la orilla.
Lo deposito en la arena mojada y comprobó que estaba bien, al menos respiratoriamente, porque todavía estaba en estado de shock presa del pánico, Gamaliel se tiro a su lado jadeando por el titánico sacrificio al que claramente no estaba acostumbrado, y cuando recupero el aliento le dijo lo mas serenamente posible – No te preocupes, ya todo esta bien-.
Alzo la cabeza con una sonrisa para conferirle mas tranquilidad a su mensaje, y por primera vez miro detenidamente el rostro del niño. Un rayo de terror y estupor cruzo el rostro de Gamaliel, no, no podía ser, ese niño, era… ¡era EL!
-¿usted se baja aquí no?- una voz lejana parecía sacarlo del trance en el que había caído al verse a si mismo de casi dos décadas menos en otra personita.
Volviendo en si Gamaliel noto que ahora volvía a estar en el micro, y ante si estaba un hombre de mediana edad con cara de pocos amigos. Un sueño, todo había sido un sueño, tardo unos segundos en volver a la realidad para fastidio de su interlocutor, y tras comprobar que había llegado a destino le dijo apuradamente – si, si, ya me bajo-.
Avergonzado por la situación bajo rápidamente tropezando con una pantalla de televisor y casi pateando una mochila ajena. Pidió su equipaje al encargado de tal menester y se quedo parado, mirando a su autobús alejarse, al cabo de unos segundos sacudió enérgicamente la cabeza y se dijo a si mismo – un sueño, fue solamente un sueño-.

lunes, 11 de enero de 2010

Recordando a otro viajero

Mientras caminaba tranquilamente por la calle, Gamaliel dejo volar por un rato a su cabeza, y recordó aquella vez en la que su vida se cruzo con la de otro viajero.
Alguien distinto a el, pero que estaba transitando un sendero muy parecido al que ahora le tocaba empezar a recorrer, con una diferencia sustancial, Gamaliel andaba en busca de arena mientras aquel, según recordó, andaba en busca de nieve.
Pese a esto el “leit motiv” de ambos viajes era asombrosamente similar, por tanto le pareció oportuno recordar como había empezado la travesía de su ocasional compañero de ruta de ese día, Gamaliel recordó que en sus propias palabras le dijo que había sido algo mas o menos así…


“Un ruido monótono, repetitivo y terriblemente irritante sonaba in crescendo en cada rincón de mi cabeza. No tenía la certeza de cuando había comenzado, pero tenía la sensación de que ya llevaba algún tiempo sonando.
En vista de que mis titánicos intentos por ignorarlo se tornaban cada vez mas infructíferos decidí prestar mas atención a la procedencia de tan exasperante sonido.
Fue hasta entonces que me percate que me hallaba en la más profunda oscuridad, con un poco de esfuerzo de mi parte eso fue cambiando paulatinamente, primero todo parecía desenfocado solo formas sin sentido que se alternaban en la habitación, pero luego de refregar enérgicamente mis ojos con mis manos en puño y gracias a la claridad que dejaba pasar la cortina, logre comprender que me hallaba nada mas y nada menos que en mi habitación, O al menos eso suponía que había debajo de varias pilas de ropa, cajas y demás cosas.
El molesto ruido parecía listo para un segundo round, pero esta vez no me agarraba desprevenido, lance una mirada suspicaz a mi demoníaco despertador, y con una pericia extraordinaria para ese momento de la mañana, le aseste un golpe letal, que concluyo con cualquier posible pretensión del antipático aparatito.
Me levante pesadamente, meditando en lo antinatural que me resultaba estar en esos horarios fuera de mi etapa REM. Distraído en estos pensamientos llegue dando tropezones hasta el tocador, abrí el grifo de agua caliente, y espere el tiempo prudencial para que esta se entibiara con la mirada perdida en el beige irregular del lavabo, cuando lo creí oportuno ahueque las manos tratando de tomar una buena porción de agua para luego sumergir mi rostro en ellas, repetí el mecanismo una segunda vez, y por primera vez fije la vista en el frente.
Una persona terriblemente desalineaba me observaba fijamente, los ojos rojos, las ojeras marcadas y prominentes, el pelo enmarañado, la barba de varios días y una palidez inquietante, que conferían a la imagen general un aire de zombie de esos que aparecen en los videojuegos.
Lejos de asustarme le sonreí a la espeluznante aparición, y como me devolvió la sonrisa, decidí que en vista del buen gesto procuraría hacer un poco más presentable al chico del espejo.
Unos minutos después el agua de la ducha caía raudamente por sobre todo mi cuerpo, el vapor había inundado todo el cuarto de baño, y yo intentaba con poco éxito que el shampoo no entrara a mis ojos.
Cerré los grifos, y tras correr la cortina Salí de un salto a fin de tomar la toalla que nuevamente había dejado demasiado lejos.
En ese momento una ola de aire frío recorrió cada una de mis extremidades, y tras el audible castañeo de los dientes se escucho una maldición a mi anterior descuido.
Era un terrible invierno y esa mañana yo tenia que viajar a otra ciudad.
Ahí radicaba toda la explicación de que estuviera realizando todo ese ritual, en un horario tan desconocido para mi.
Luego de secarme, lance una ultima mirada al espejo ya desempañado, la imagen no había mejorado demasiado, pero eso no era ya culpa de mis hábitos de higiene sino de la imagen en si, así que salí del baño despreocupado.
Como de costumbre iba retrasado, por lo que intentaba cepillarme los dientes mientras amontonaba mi ropa dentro de la maleta que evidenciaba hacia ya dos prendas que estaba demasiado llena, nuevamente maldije mi poca previsión y el no haber hecho esto antes, siendo que hacia ya varios meses que sabia que hoy tenia que viajar.
En ese preciso momento la pava silbó con fuerza, yo empujaba el ultimo par de medias y cerraba trabajosamente el cierre, el despertador recibía una patada por no haberse dado por vencido y creer en eso de que a la tercera va la vencida y mi gato maullaba con aspiraciones de desayuno.
Sin embargo pese al caos frenético en que me encontraba inmerso, de repente quede absorto en la imagen que se vislumbraba detrás de la ventana,
La lenta y armoniosa caída de la nieve me abstrajo de todo, y pese al reloj, al viaje y todo lo demás, mis pensamientos quedaron varados en esa masa uniforme y homogénea que lentamente cubría todo hasta donde mi vista lograba abarcar.
Curiosamente sabía muy bien que lejos de ser verdaderamente homogénea ese todo estaba compuesto por millones de cristales cada uno particular y diferente al otro.
Por una de esas asociaciones extrañas que libremente se le da por hacer a nuestras mentes, recordé de repente un libro que leí por primera vez de pequeño acerca de un príncipe que viajaba de planeta en planeta, cuyas hojas ajadas y amarillentas reposaban nuevamente en mi maleta para ser leído por enésima vez en este viaje, el mismo decía que “cada ser es único e irrepetible”, y entonces entendí lo parecidos que somos nosotros, los humanos, a la escena que estaba contemplando.
A simple vista una masa sólida de seres similares, por que a fin de cuentas, y salvando minúsculas diferencias de orden generalmente cromático, somos orgánica y en constitución claramente miembros de la misma especie, es mas, muchos pasan toda su vida tratando de fundirse en la nieve de la sociedad, en un desesperado intento de ser aceptados por sus pares, pero ante una mirada atenta y dedicada cada uno esconde la hermosura de un cristal único, peculiar y con un mundo de secretos por descubrir.
Con eso en mente termine los preparativos, mientras me divertía con la idea de a cuantos “copos de nieve” podría conocer en este nuevo viaje. …”
(De “Copos de Nieve” Capitulo 1)





…Si, sin duda esta historia era muy apropiada para este momento de Gamaliel, nunca supo bien como termino la historia de ese hombre, aunque su imaginación ya había jugado a inventar mil finales, pero en este momento ya no le preocupaba, ahora el mismo estaba trazando un camino, su camino, y el final del mismo, esta vez, estaba absolutamente en sus manos…

domingo, 10 de enero de 2010

El inicio de un viaje



Gamaliel había decidido empezar esta nueva etapa de su vida de manera distinta, estaba lleno de expectativas aunque aun no sabia bien que era lo esperaba. Entendió que necesitaba limpiar su cabeza para poder pensar de manera mas clara, debía imperantemente quitar todo pensamiento que lo confundiera, y si era posible, anular completamente su pasado, es sabido que para mucha gente el pasado es mas que la suma de sus experiencias vividas, es un lastre con el que deben lidiar diariamente, un condicionante eterno para su presente y su futuro, y Gamaliel era una de estas personas.
Se necesitaba ver a si mismo como un neonato, como un punto en el universo, como el segundo anterior al primer instante de la creación, y sabia exactamente a donde debía ir para conseguirlo, esta seria su primer aventura, y decidió emprenderla solo, aunque por contradictorio que parezca pensaba encontrarse con un viejo amigo, y si la fortuna, en su azaroso transitar decidía sonreírle, también se encontraría con el mismo.
Dispuso su bolsa de viaje frente a el y procedió a llenarla con lo indispensable para la supervivencia, esta vez no necesitaría grandes lujos, solo lo necesario para alimentar y abrigar su cuerpo, su mente y su alma.
Iba a tomar su viejo cuaderno de notas cuando recordó que este era un nuevo capitulo, y que nada de lo que pasara debía verse influido por lo ya vivido, por tanto tomo uno nuevo, pulcro y vació, un mundo deshabitado dispuesto a ser llenado con sus vivencias a partir de allí, puso su pluma, sus ropas, su tienda, algo de alimento y dinero, y amarrándose fuertemente la bolsa a la espalda partió.
Miro al cielo, el sol dibujaba estelas rosáceas y violetas en el horizonte, la noche se despedía de manera gloriosa dejando ver aun algunas estrellas, mientras el astro rey solemnemente se disponía a tomar una vez más su imperio, estaba amaneciendo, empezaba un nuevo día, y Gamaliel pensó que era una excelente analogía para lo que estaba sucediendo en el mismo, sonrió una vez mas al universo por prestarse a tan simpática coincidencia, y centró sus pensamientos en su viejo amigo, con un susurro lanzo un mensaje que atravesaría el tiempo el espacio, y aunque apenas fue percibido por sus propios oídos, el sabia muy bien que seria escuchado por su destinatario.




Y se alejo caminado despacio, jugando con el viento, mientras este se alejaba transportando en sus manos su mensaje… ¡Nos veremos pronto…!

viernes, 8 de enero de 2010

El comienzo de una historia


Los fuegos artificiales se esparcían en colorido arrebato encima de su cabeza, el sonido de mil explosiones intermitentes embriagaba sus oídos, cada molécula de su ser podía captar la magia que flotaba en el aire, esa sin duda era una noche especial, no por los sucesos que en esta ocurrirían, sino porque la esperanza cubría a las personas con una intensidad que Gamaliel no veía hace mucho, precisamente un año atrás.
Arranco la ultima hoja de un cartón que colgaba en la pared, la tomo con cuidado de no doblarla y la llevo hasta la pequeña fogata que crepitaba a pocos metros, la deslizo entre sus dedos y el trozo de papel planeo lentamente hasta su ultimo destino, el la observo meditabundo y) en silencio mientras las pequeñas llamas la lamían con hambre voraz, dejo que se desdibujara hasta el ultimo trazo de ese 31 de diciembre impreso y mirando a la luna, esa luna radiante y plena como según creía nunca había visto, lanzo una sonrisa al infinito (Luego se entero que literalmente nunca tuvo oportunidad de ver una luna así pues había presenciado un fenómeno que se daba cada muchos años).
Un nuevo año empezaba y el se hallaba en comunión con el universo. Sin embargo, como de costumbre, su instinto racional no aguanto mas tanta cosa onírica y con todas sus fuerzas aguijoneo su cerebro, ¿Acaso el día de hoy era distinto del de ayer? ¿Acaso sus problemas habían dejado de existir por el simple cambio de almanaque? ¿El mundo había dejado de ser tan gris, no existían mas las guerras, el hambre, el dolor? es que ¿algo había cambiado luego que dieran las doce?
Gamaliel concluyo que no, de hecho sabia muy bien que solo para los que se rigieran por el calendario gregoriano este día representaba algo, había mucha gente al otro lado del globo que había despertado como cualquier otro día.
Entonces ¿que era lo que estaba pasando? ¿Porque de pronto todos habían recuperado la fe? ¿Porque incluso el lo había hecho? por primera vez en mucho tiempo esperaba un nuevo amanecer con algarabía y no con pesar.
Dándole un par de vueltas al asunto entendió que pertenecía a una especie de seres absolutamente cíclicos, entes que necesitaban de hacer borrón y cuenta nueva para cambiar, que no sabían hacerlo sobre la marcha, requerían que el cuaderno este absolutamente en blanco para comenzar un nuevo relato.
Individuos tan curiosos que requieren que sea lunes, y solamente lunes, para cambiar sus hábitos alimenticios, los jóvenes jamás empezaran a estudiar y ser aplicados en octubre, no no, requieren necesariamente un nuevo ciclo lectivo.
Había miles de ejemplos, por lo tanto Gamaliel tuvo que sucumbir ante las pruebas y darse cuenta que eso era precisamente lo que hacia tan importante la fecha que estaba viviendo, un cambio de año, de década inclusive, una absoluta vuelta de pagina en la vida de todos ellos, e inclusive de el.
Divertido con esta idea, y con lo limitado que era el cerebro de su especie y lo preso que estaba de este tipo de cosas, decidió seguir la corriente de la masa por una vez, y empezó a pergeñar lo que luego se convertiría en su diario de viaje, en ESTE diario de viaje.
Muchas cosas iniciarían a partir de allí, le daría una chance a la vida, y mientras la última explosión se perdía en la noche miro a la luna por última vez y juro, con ella como testigo, que una nueva historia acababa de empezar a escribirse...