miércoles, 27 de enero de 2010

El sueño de Gamaliel

Mientras esperaba en la parada de autobús, Gamaliel se entretuvo haciendo algo que tenia por costumbre, estudiar a esa especie tan cercana y tan ajena a el conocida popularmente como seres humanos.
A diferencia de su solitaria espera, la mayoría de sus futuros compañeros de viaje eran acompañados y despedidos por familiares y amigos, y Gamaliel se divirtió viendo a madres preocupadas dando recomendaciones que sus hijos no iban a seguir, a Novios despidiendo a su pareja con un enérgico beso con mas pinta de marcar territorio que de demostrar afecto, a personas jurándose extrañarse mutuamente cuando apenas se distanciarían unos pocos días, en fin con un abanico de costumbres y actitudes que le parecían a la vez hipócritas y simpáticas.
Unos minutos mas tarde vio llegar a su transporte y se olvido rápidamente de todos esos seres que hasta hacia segundos le parecían fascinantes.
Luego de despechar su equipaje subió al vehículo y busco presuroso su asiento, supuso entonces que habidas cuentas de lo bien que transcurría todo desde aquella mañana el karma se vengaría de el a la hora de elegir a su compañero de asiento.
Recordó a quien lo había acompañado en su ultimo viaje, un bondadoso señor mayor, que sin embargo tenia la insoportable costumbre de roncar a volúmenes inhumanos cada vez que el intentaba conciliar el sueño, y pensó que no había motivo para pensar que esta vez cambiaria su suerte.
Pero aparentemente los planetas estaban muy bien alineados en tan venturoso día, y su anciano ruidoso se convirtió delante suyo en una preciosa y simpática criatura que lo observaba a través de unos enormes ojos negros.
Gamaliel chequeo nuevamente el número de su pasaje y acepto por fin que no se trataba de un error, por lo cual pidió educadamente permiso y se acomodo en su asiento.
Miro entonces a quien estaba a su lado y se encontró de repente con una bellísima sonrisa que, aunque le costara creerlo, iba dirigida hacia el.
Pensó seriamente en hablarle y averiguar el porque de tanta inmerecida bondad, pero decidió que no era prudente tentar a la suerte, por tanto devolvió la amabilidad del mismo modo como el la había recibido, sencillamente sonriendo.
En ese momento el cansancio mental y físico que traía de los últimos días hizo mella certera en el, y observando por ultima vez esos gigantes ojos negros se perdió en ellos cerrando los suyos.
La playa estaba desierta, los colores no tenían su natural brillo, era como si todo fuera mas oscuro que como debiera ser, un pesado telón de nubes negruscas cubría el cielo, el mar se agitaba convulsionando sus olas a diestra y siniestra, y un viento salvaje arrastraba violentamente grandes porciones de arena.
Gamaliel se sentía incomodo, apesadumbrado, no sabia porque estaba allí ni que debía hacer a continuación, ¿no había sido decisión de el este viaje? ¿Porque de pronto se sentía tan mal con todo lo que lo rodeaba?

Estaba aplastado por esos pensamientos cuando un grito exploto en medio del caos, miro hacia el oleaje y alcanzo a divisar a alguien a unos 200 metros de donde el estaba. Estaba dentro del océano, no demasiado profundo, pero en vista de las corrientes parecía no poder regresar a la orilla.
Gamaliel recurrió a sus instintos básicos y anulando todo pensamiento, el mas importante en este caso era que el no sabia nadar demasiado, se apresuro a socorrer a aquella persona.
A medida que se acercaba, comenzó a notar que no se trataba de un adulto sino de un niño de unos 6 o 7 años que se aferraba enérgicamente a su supervivencia, luego de correr desbocadamente por la playa avanzo en línea recta hacia el muchacho a través de las aguas, ni bien metió sus pies en ellas sintió como si mil puñales lo atravesaran, y a medida que avanzaba la sensación se volvía drásticamente mas dolorosa, sin embargo, a pesar de lo gélido que estaba el océano, su único pensamiento se centraba en el niño que, cada vez mas cerca de el, se debatía entre la vida y la muerte.
Haciendo un increíble esfuerzo y luchando contra el frió y su propia impericia a la hora de nadar logro llegar al chico y asirlo con fuerza, sosteniendo su cabecita por sobre el nivel del mal, y con no menos esfuerzo logro llevarlo hasta la orilla.
Lo deposito en la arena mojada y comprobó que estaba bien, al menos respiratoriamente, porque todavía estaba en estado de shock presa del pánico, Gamaliel se tiro a su lado jadeando por el titánico sacrificio al que claramente no estaba acostumbrado, y cuando recupero el aliento le dijo lo mas serenamente posible – No te preocupes, ya todo esta bien-.
Alzo la cabeza con una sonrisa para conferirle mas tranquilidad a su mensaje, y por primera vez miro detenidamente el rostro del niño. Un rayo de terror y estupor cruzo el rostro de Gamaliel, no, no podía ser, ese niño, era… ¡era EL!
-¿usted se baja aquí no?- una voz lejana parecía sacarlo del trance en el que había caído al verse a si mismo de casi dos décadas menos en otra personita.
Volviendo en si Gamaliel noto que ahora volvía a estar en el micro, y ante si estaba un hombre de mediana edad con cara de pocos amigos. Un sueño, todo había sido un sueño, tardo unos segundos en volver a la realidad para fastidio de su interlocutor, y tras comprobar que había llegado a destino le dijo apuradamente – si, si, ya me bajo-.
Avergonzado por la situación bajo rápidamente tropezando con una pantalla de televisor y casi pateando una mochila ajena. Pidió su equipaje al encargado de tal menester y se quedo parado, mirando a su autobús alejarse, al cabo de unos segundos sacudió enérgicamente la cabeza y se dijo a si mismo – un sueño, fue solamente un sueño-.

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