lunes, 11 de enero de 2010

Recordando a otro viajero

Mientras caminaba tranquilamente por la calle, Gamaliel dejo volar por un rato a su cabeza, y recordó aquella vez en la que su vida se cruzo con la de otro viajero.
Alguien distinto a el, pero que estaba transitando un sendero muy parecido al que ahora le tocaba empezar a recorrer, con una diferencia sustancial, Gamaliel andaba en busca de arena mientras aquel, según recordó, andaba en busca de nieve.
Pese a esto el “leit motiv” de ambos viajes era asombrosamente similar, por tanto le pareció oportuno recordar como había empezado la travesía de su ocasional compañero de ruta de ese día, Gamaliel recordó que en sus propias palabras le dijo que había sido algo mas o menos así…


“Un ruido monótono, repetitivo y terriblemente irritante sonaba in crescendo en cada rincón de mi cabeza. No tenía la certeza de cuando había comenzado, pero tenía la sensación de que ya llevaba algún tiempo sonando.
En vista de que mis titánicos intentos por ignorarlo se tornaban cada vez mas infructíferos decidí prestar mas atención a la procedencia de tan exasperante sonido.
Fue hasta entonces que me percate que me hallaba en la más profunda oscuridad, con un poco de esfuerzo de mi parte eso fue cambiando paulatinamente, primero todo parecía desenfocado solo formas sin sentido que se alternaban en la habitación, pero luego de refregar enérgicamente mis ojos con mis manos en puño y gracias a la claridad que dejaba pasar la cortina, logre comprender que me hallaba nada mas y nada menos que en mi habitación, O al menos eso suponía que había debajo de varias pilas de ropa, cajas y demás cosas.
El molesto ruido parecía listo para un segundo round, pero esta vez no me agarraba desprevenido, lance una mirada suspicaz a mi demoníaco despertador, y con una pericia extraordinaria para ese momento de la mañana, le aseste un golpe letal, que concluyo con cualquier posible pretensión del antipático aparatito.
Me levante pesadamente, meditando en lo antinatural que me resultaba estar en esos horarios fuera de mi etapa REM. Distraído en estos pensamientos llegue dando tropezones hasta el tocador, abrí el grifo de agua caliente, y espere el tiempo prudencial para que esta se entibiara con la mirada perdida en el beige irregular del lavabo, cuando lo creí oportuno ahueque las manos tratando de tomar una buena porción de agua para luego sumergir mi rostro en ellas, repetí el mecanismo una segunda vez, y por primera vez fije la vista en el frente.
Una persona terriblemente desalineaba me observaba fijamente, los ojos rojos, las ojeras marcadas y prominentes, el pelo enmarañado, la barba de varios días y una palidez inquietante, que conferían a la imagen general un aire de zombie de esos que aparecen en los videojuegos.
Lejos de asustarme le sonreí a la espeluznante aparición, y como me devolvió la sonrisa, decidí que en vista del buen gesto procuraría hacer un poco más presentable al chico del espejo.
Unos minutos después el agua de la ducha caía raudamente por sobre todo mi cuerpo, el vapor había inundado todo el cuarto de baño, y yo intentaba con poco éxito que el shampoo no entrara a mis ojos.
Cerré los grifos, y tras correr la cortina Salí de un salto a fin de tomar la toalla que nuevamente había dejado demasiado lejos.
En ese momento una ola de aire frío recorrió cada una de mis extremidades, y tras el audible castañeo de los dientes se escucho una maldición a mi anterior descuido.
Era un terrible invierno y esa mañana yo tenia que viajar a otra ciudad.
Ahí radicaba toda la explicación de que estuviera realizando todo ese ritual, en un horario tan desconocido para mi.
Luego de secarme, lance una ultima mirada al espejo ya desempañado, la imagen no había mejorado demasiado, pero eso no era ya culpa de mis hábitos de higiene sino de la imagen en si, así que salí del baño despreocupado.
Como de costumbre iba retrasado, por lo que intentaba cepillarme los dientes mientras amontonaba mi ropa dentro de la maleta que evidenciaba hacia ya dos prendas que estaba demasiado llena, nuevamente maldije mi poca previsión y el no haber hecho esto antes, siendo que hacia ya varios meses que sabia que hoy tenia que viajar.
En ese preciso momento la pava silbó con fuerza, yo empujaba el ultimo par de medias y cerraba trabajosamente el cierre, el despertador recibía una patada por no haberse dado por vencido y creer en eso de que a la tercera va la vencida y mi gato maullaba con aspiraciones de desayuno.
Sin embargo pese al caos frenético en que me encontraba inmerso, de repente quede absorto en la imagen que se vislumbraba detrás de la ventana,
La lenta y armoniosa caída de la nieve me abstrajo de todo, y pese al reloj, al viaje y todo lo demás, mis pensamientos quedaron varados en esa masa uniforme y homogénea que lentamente cubría todo hasta donde mi vista lograba abarcar.
Curiosamente sabía muy bien que lejos de ser verdaderamente homogénea ese todo estaba compuesto por millones de cristales cada uno particular y diferente al otro.
Por una de esas asociaciones extrañas que libremente se le da por hacer a nuestras mentes, recordé de repente un libro que leí por primera vez de pequeño acerca de un príncipe que viajaba de planeta en planeta, cuyas hojas ajadas y amarillentas reposaban nuevamente en mi maleta para ser leído por enésima vez en este viaje, el mismo decía que “cada ser es único e irrepetible”, y entonces entendí lo parecidos que somos nosotros, los humanos, a la escena que estaba contemplando.
A simple vista una masa sólida de seres similares, por que a fin de cuentas, y salvando minúsculas diferencias de orden generalmente cromático, somos orgánica y en constitución claramente miembros de la misma especie, es mas, muchos pasan toda su vida tratando de fundirse en la nieve de la sociedad, en un desesperado intento de ser aceptados por sus pares, pero ante una mirada atenta y dedicada cada uno esconde la hermosura de un cristal único, peculiar y con un mundo de secretos por descubrir.
Con eso en mente termine los preparativos, mientras me divertía con la idea de a cuantos “copos de nieve” podría conocer en este nuevo viaje. …”
(De “Copos de Nieve” Capitulo 1)





…Si, sin duda esta historia era muy apropiada para este momento de Gamaliel, nunca supo bien como termino la historia de ese hombre, aunque su imaginación ya había jugado a inventar mil finales, pero en este momento ya no le preocupaba, ahora el mismo estaba trazando un camino, su camino, y el final del mismo, esta vez, estaba absolutamente en sus manos…

No hay comentarios:

Publicar un comentario